La joya olvidada de Euskadi, el mejor rincón para pasar tus vacaciones de verano: "Paraíso del surf y la naturaleza"

Euskadi es uno de los territorios más hermosos de España con decenas de preciosas joyas que fusionan naturaleza salvaje, una gran cultura milenaria y una autenticidad intacta. Desde asombrosos bosques hasta playas escondidas entre los acantilados o pueblos pesqueros pintorescos. 

Cada uno de los rincones guarda una belleza única, como Mundaka, destino perfecto y uno no tan conocido como Bermeo o Zarautz, pero que se ha vuelto uno de los rincones ideales para visitar en agosto, según la revista cultural de National Geographic. 

Mundaka, un paraíso

Paraíso del surf y de la naturaleza, según expone la web oficial de Turismo Euskadi en su artículo Mundaka, el pueblo más bonito para viajar en agosto, entre las maravillas que esconde esta localidad sobresale su ola izquierda, una "de las mejores de todo el mundo".

Cada año, "miles de surfistas llegan al pueblo" con el objetivo de surfear esta impresionante ola. Ubicado dentro de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, humedal "más importante de Euskadi", este pueblo costero guarda algunas de las zonas más bonitas, como San Juan de Gaztelugatxe o el Bosque de Oma muy cerca. 

"Los viajeros encuentran en él un tesoro con muchas joyas escondidas. Desde la ermita de Santa Catalina se observan unas vistas privilegiadas a la ría de la reserva y las estrechas calles del pueblo ofrecen un agradable paseo entre sus locales con una gastronomía increíble", apunta la web.

Pero esta maravillosa joya no solo atrae a los curiosos o a los amantes de la naturaleza, pues también conquista a los "visitantes con su autenticidad y su rica cultura". Así, Mundaka se vuelve un destino imprescindible del territorio vasco en agosto, en un rincón que fusiona aventura y tranquilidad.

Tal y como asegura la Inteligencia Artificial de ChatGPT, pese a que se hable mucho de su mítica ola izquierda, la "mayor parte del año" Mundaka se vuelve tranquila, silenciosa y "casi detenida en el tiempo". 

El pueblo alberga una melancolía "suave, muy vasca, que se percibe al atardecer" una vez que el puerto se queda vacío o cuando el viento sopla del norte y no hay turistas. Y es que cuando pasa el verano, no hay casi nada abierto, ni ruido ni bullicio.

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 "La plaza puede estar vacía a las 7 de la tarde y el viento del mar se cuela por las calles como si lo reclamara todo. Hay una belleza dura en ese aislamiento, pero también una advertencia: Mundaka vive de los veraneantes, pero también a pesar de ellos", añade la IA.

Un pueblo hermoso y real que, pese a todo y tras los bares, existe un vínculo vecinal capaz de defender su identidad con calma y firmeza. "Hay quienes siguen pescando, y también quienes ven con recelo que el pueblo se llene de forasteros en verano o se vendan casas a precios inasumibles para los jóvenes de allí".