“Depende del color del cristal con que se mire”. El dicho vale prácticamente para todo, y en ese todo, entra también el mercado laboral. Luces y sombras y lecturas más o menos positivas, dependiendo de a quién corresponda el relato y los parámetros de los que se parta.

Por eso y con el fin de objetivar, suele ser altamente recomendable no hacer mezclas raras, e intentar trabajar y hacer la lectura de los datos de uno en uno, con el fin de que no se contaminen entre ellos.

Sin ningún lugar a dudas, una de las lacras que tenemos en este momento, cuando nos referimos al mercado laboral, y particularmente en Euskadi es el absentismo, un fenómeno que preocupa y que debe ocupar, seguramente, por encima de cualquier otro. Y esto no significa que dejemos a un lado otras cuestiones, pero no conviene mezclarlas, ni enredarlas, porque tienen, y así debe ser, un tratamiento diferente. Y hace tan solo unos días se mezclaba siniestralidad y absentismo.

Lo ideal es cero accidentes, pero en la práctica eso es muy complicado, aunque debemos apuntar a ese objetivo

La verdad es que sonaba un poco extraño en boca de un vicelehendakari y ha dado para más de un comentario. La siniestralidad es, sin duda, un problema de primer orden y debe tratarse con seriedad por parte de todos. Lo ideal es cero accidentes, pero en la práctica eso es muy complicado, aunque debemos apuntar a ese objetivo. Pero abordar esta cuestión no puede restarle importancia al grave problema del absentismo.

Los datos siguen siendo dramáticamente ilustrativos. De acuerdo con un informe de Adecco, tenemos un 9,8% de absentismo en Euskadi, siendo la media estatal de un 7,5%, cifra que tampoco es desdeñable. En todo caso, estamos un 2,4% por encima de la media nacional y la cifra es como para tomársela en serio.

¿Qué está pasando? Y, ¿a qué se debe una cifra tan alta? Responder a estas dos cuestiones es prioritario y además hay que hacerlo con datos. Tenemos que partir de un diagnóstico fiable para poder encarar las posibles soluciones con conocimiento de causa.

En este sentido, hace tan solo unos días, la patronal alavesa ha hecho público un interesante informe con el que inician un exhaustivo trabajo en la materia, que es muy esclarecedor a la hora de ir teniendo una composición de lugar fidedigna.

Euskadi y Álava lideran el ranking de las bajas por trabajador y año

Algunos datos del estudio resultan especialmente significativos. Bueno, para empezar en Álava el absentismo se eleva hasta el 10,54% lo cual ya es motivo como para despertar todas las alertas. Por si esto fuera poco, y según datos del ministerio de Sanidad, también lideramos el ranking de las bajas por trabajador y año. Si a nivel estatal llegan a los 18,45 días, en Euskadi se alcanzan los 23,53 y en Álava superamos los 25. ¡25 días por trabajador y año! No se ha inventado una estructura que pueda soportar esto mucho tiempo.

El informe, en el que han participado más de 300 empresas de diferentes sectores que llaman la atención, recoge más detalles que son llamativos.

Hay un 15% de empresas en Álava y no será muy diferente en otros territorios que no conoce el dato de absentismo y eso evidentemente no ayuda. Si analizamos el porcentaje en positivo, el 85% de las empresas lo conocen y, por lo tanto, pueden trabajar sobre él.

Las empresas son muy conscientes del problema y un 73% ponen de manifiesto su preocupación. De hecho, un 35% ya tienen políticas específicas para afrontarlo.

La redistribución de tareas y funciones es la respuesta mayoritaria un 53% a la hora de resolver las ausencias

Y una reflexión más sobre otra de las conclusiones y esta no es baladí. La redistribución de tareas y funciones es la respuesta mayoritaria un 53% a la hora de resolver las ausencias. Ahí lo dejo.

El informe es mucho más detallado e invita al análisis y a la reflexión de todas las partes. De todas las conclusiones que en el mismo aparecen, ninguna se acerca ni de lejos a comparar este problema con cualquier otro, ni en dimensión, ni en actuaciones a implementar.

El camino está abierto y pasa por trabajar con datos cuanto más cercanos a la realidad mejor, porque nos permitirán hacer un buen diagnóstico y afinar en las soluciones.

Lo que no puede ser es hacer brindis al sol y extrañas mezclas mientras la cifra global de absentismo, sigue engordando.

Los datos cuando están contrastados ya no dependen del color del cristal con que los miremos. Son datos que tienden a matar relatos.