Ni la abrupta dimisión de Santos Cerdán como número tres del PSOE ni la posterior petición de perdón de Pedro Sánchez son suficientes. Este caso, de una gravedad extrema, necesita muchas más explicaciones y va a marcar el futuro de la política nacional y, por ende, la vida de todos los ciudadanos.
El más que posible juicio al fiscal general del Estado por revelación de secretos, el presunto enchufe del hermano del presidente del Gobierno o la causa contra su esposa, Begoña Gómez, pueden tener su recorrido judicial, sí, pero les confieso que siempre me han parecido asuntos menores, casi anecdóticos, avivados por el interés de la oposición y por los excesos amarillentos de algunos medios. Pero este 'caso Cerdán' es otra cosa bien distinta.
El informe de la Guardia Civil describe un modus operandi que habría funcionado durante una década en la cúpula del PSOE para el amaño de contratos de obra pública a cambio del cobro de comisiones millonarias. O sea, corrupción química y tradicionalmente pura. Supuesta, eso sí, pero pura.
Es obvio que se avecinan revelaciones más crudas porque el escándalo no ha hecho más que empezar. El informe conocido este jueves deja muchos hilos de los que tirar para seguir investigando. La principal incógnita, claro está, tiene que ver con una supuesta financiación irregular del PSOE. Esclarecer si eso ha ocurrido o no se antoja decisivo para el futuro de Sánchez.
Numerosos cargos públicos del Gobierno, algunos ya conocidos y otros que igualmente vendrán por añadidura conforme avancen las pesquisas, están señalados por esta investigación. Tiene que dilucidarse el papel que jugaron muchas personas con sueldos públicos. Sí, esos que pagamos todos con nuestros impuestos.
Una de las líneas de investigación más relevantes consistirá, por otro lado, en desenmascarar a los corruptores. Esto es, a los empresarios que supuestamente pagaron para lograr adjudicaciones de obras sufragadas con el bolsillo de todos los ciudadanos.
La conexión con el caso Leire
Es asimismo evidente que el caso de Cerdán, Koldo y Ábalos conecta con el 'caso Leire' o 'caso fontanera', porque la portugaluja Leire Díez trabajaba supuestamente a órdenes del dimisionario, a quien por motivos obvios le podía interesar, en efecto, desprestigiar a los agentes de la UCO y a la Fiscalía Anticorrupción.
El guiso, por si le faltaban componentes picantes, entronca con aquellas confesiones de Víctor de Aldama, ese empresario también acusado de corrupción que precisamente denunció una trama de amaños de contratos y que aseguró, entre otras muchas cosas, que había entregado 15.000 euros en metálico al propio Cerdán.
Ni la dimisión ni la petición de perdón, como decía al principio, ni tampoco lágrimas como las de la presidenta del Gobierno navarro, María Chivite, por su amigo caído, ni el shock que comparten muchos socialistas honrados son suficientes. Necesitamos toda la verdad
A esto hay que sumarle, claro está, otra obviedad que no por conocida es menor y conviene recordar: Cerdán y Ábalos han sido las dos manos derechas de Sánchez durante sus años en el poder, al que llegó, como se recordará, mediante una moción de censura lanzada contra la corrupción del Gobierno y el PP de Mariano Rajoy.
Por todo lo dicho, y sin tener en cuenta todo lo que se pueda publicar en el futuro, que ya les adelanto que no va a ser poco, quedan muchas noticias y muchas explicaciones, acaso demasiadas, el tiempo lo dirá, sobre este escándalo.
Hacen bien los partidos vascos, PNV y EH Bildu, ambos socios del Ejecutivo, en elevar su nivel de exigencia. Entre otras cosas porque uno de los tipos más señalados en la trama es un empresario de origen vasco cuyo papel, por cierto, también puede traer sorpresas jugosas.
Ni la dimisión ni la petición de perdón, como decía al principio, ni tampoco lágrimas como las de la presidenta del Gobierno navarro, María Chivite, por su amigo caído, ni el shock que comparten muchos socialistas honrados son suficientes. Necesitamos toda la verdad. Así de simple.
La verdad, la transparencia y la higiene democrática son unas exigencias insoslayables que ahora, una vez explotado el 'caso Cerdán', son aún más apremiantes que nunca. Los militantes y votantes del PSOE no se merecen otra cosa. Y el resto de ciudadanos, tampoco.