Siempre es un buen momento para leer o para releer, para descubrir libros y autores, y para reencontrarse con aquellos que nos han dejado huella. Siempre.
Sin embargo hay momentos a lo largo del año en los que los descubrimientos son más fáciles, porque nos ayudan las numerosas ferias del libro, que se van celebrando en diferentes localidades, siendo la feria del libro de Madrid una cita obligada para autores y lectores.
Es un privilegio y un placer darse una vuelta o dos por las numerosas casetas destinadas a lectores ávidos de satisfacer curiosidades y apetencias, y comprobar que somos muchísimos y que además no hay edad para disfrutar del placer y la evasión que nos ofrecen los libros.
En un mundo en el que el conflicto y la polarización se han convertido en una constante, poder sumergirse en viajes ajenos que acaban por hacerse propios, es una auténtica maravilla.
Observar en la feria los ojos llenos de ilusión de los más pequeños cuando abren un cuento por primera vez, cuando conocen a quién lo ha escrito o lo ha ilustrado es algo cuasi milagroso que nos permite pensar que hay esperanza.
Y dicho esto, y teniendo en cuenta que la escribe estas líneas es vitoriana, y que ya me he referido a la importancia de los cuentos y del cuento como género, toca reivindicar a uno de los mejores escritores de cuentos hemos tenido: el vitoriano Ignacio Aldecoa.
A Aldecoa, coetáneo de figuras tan renombradas como Ana María Matute, Rafael Sánchez Ferlosio o Carmen Martin Gaite, la historia no le ha dado el sitio que le corresponde. Seguramente a esto no ayudó su temprana muerte a los 44 años.
Sólo los grandes escritores con un léxico magistral son capaces de brillar en dos géneros como son la novela y el cuento
Sin embargo, ni siquiera está circunstancia explica su escasísimo reconocimiento dentro y fuera de nuestras fronteras. Para ser justos, ni siquiera Vitoria, la ciudad que le vio nacer le ha reconocido la posición.
Pues bien, este año estamos celebrando el centenario de su nacimiento y sería maravilloso que las diferentes ferias del libro le concedieran algún hueco, como lo hacen con todos aquellos con los compartió tiempo, espacio e ideas.
Leer o releer a Ignacio Aldecoa es una auténtica delicia. Su magistral forma de escribir los cuentos hace que cuantas más veces los leas, más matices descubras. Y si los cuentos son excelentes y es difícil escoger entre ellos, tampoco resulta fácil elegir entre sus cuatro novelas porque son un deleite para los sentidos.
Sólo los grandes escritores con un léxico magistral son capaces de brillar en dos géneros como son la novela y el cuento, siendo conscientes y Aldecoa lo era y lo explicitaba, que la novela y el cuento no pueden escribirse de la misma forma porque requieren estructuras y recursos claramente diferentes.
En las ferias del libro hay esperanza, porque los libros nos siguen enseñando cosas. Esos mismos espacios deben servir para posicionar a los mejores que casi nunca suelen ser los más vendidos. Hacer un hueco a los Aldecoas del mundo
Sólo los grandes y no hay duda de que Aldecoa estaba entre ellos, son capaces de mantener la tensión a lo largo de todas las páginas de una novela que arranca con un asesinato y no se desvela hasta el último capítulo quién es el asesino, sin que el lector pueda ni siquiera atisbarlo. Aldecoa lo hace en “El fulgor y la sangre” con tal maestría, que no se puede parar de leer.
Neorrealista, vanguardista y pegado a su tiempo de mediados del siglo XX, el autor nos dejó maravillosas interpretaciones de la época con claras enseñanzas para el momento que vivimos hoy.
Es una pena que nuestro Ignacio Aldecoa se quedara para las lecturas escolares de una época, y es un despropósito que ya seamos pocos quienes reivindiquemos su figura.
En las ferias del libro hay esperanza, porque los libros nos siguen enseñando cosas. Esos mismos espacios deben servir para posicionar a los mejores que casi nunca suelen ser los más vendidos. Hacer un hueco a los Aldecoas del mundo, a los más brillantes es permitir que excelentes escritores sean conocidos y apreciados por el gran público.
Me quedo con el buen sabor de boca de haber paseado por la feria del libro en Madrid entre gente, mucha gente que como yo sigue buscando en los libros antídotos que edulcoren la vida, y con la pena de que aunque lo busqué no encontré a Aldecoa en su centenario. Tal vez estaba…